Stryper eran grandes en los 80's pero no lo vamos a negar; lo esperpéntico de sus rayas negras y amarillas (¿precursor de propuesta roja y blanca de los White Stripes?) y su apuesta por un heavy rock católico nos hacía siempre recordarlos con una sarcástica sonrisa pese a que pincháramos el "To hell with the devil" hasta la saciedad.En la actualidad han terminado siendo una propuesta similar a la de Europe, es decir, mantienen más credibilidad que muchas de las bandas y artistas que se situaban en la cúspide de la pirámide del rock ochentero.
Supieron callar cuando lo consideraron oportuno y volver a grabar justo cuando pensaron que había llegado el momento adecuado. Además; lo hicieron con la misma firmeza que lo hubieran hecho en el pasado, sin viejas resacas, heridas o frustraciones en la memoria sobre un puesto que necesariamente deberían haber seguido conservando durante todo este tiempo.
Desde que dejaron la escena en 1990 y tras dos albunes de estudio desde su regreso en 2005, su última obra se basa en una idea simple. Un repaso a las bandas que en algún momento marcaron su historia amén de Santayana y Borrás.
Un disco de versiones seguramente muy fácil de grabar y donde no se han tomado demasiadas licencias (no se separan mucho de las líneas originales de cada uno de los temas elegidos) pero que sin embargo demuestra el excelente estado de forma en que se encuentra el grupo.
Los insólitos agudos de Michael Sweet se combinan con unos solos de vértigo a cargo de Oz Fox. y una sólida base rítmica aguanta todo el embate.
Tienen todas las cartas a su favor para sorprendernos con un nuevo gran album de su cosecha. Si Dios quiere.
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Supieron callar cuando lo consideraron oportuno y volver a grabar justo cuando pensaron que había llegado el momento adecuado. Además; lo hicieron con la misma firmeza que lo hubieran hecho en el pasado, sin viejas resacas, heridas o frustraciones en la memoria sobre un puesto que necesariamente deberían haber seguido conservando durante todo este tiempo.
Desde que dejaron la escena en 1990 y tras dos albunes de estudio desde su regreso en 2005, su última obra se basa en una idea simple. Un repaso a las bandas que en algún momento marcaron su historia amén de Santayana y Borrás.
Un disco de versiones seguramente muy fácil de grabar y donde no se han tomado demasiadas licencias (no se separan mucho de las líneas originales de cada uno de los temas elegidos) pero que sin embargo demuestra el excelente estado de forma en que se encuentra el grupo.
Los insólitos agudos de Michael Sweet se combinan con unos solos de vértigo a cargo de Oz Fox. y una sólida base rítmica aguanta todo el embate.
Tienen todas las cartas a su favor para sorprendernos con un nuevo gran album de su cosecha. Si Dios quiere.
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Vamos pues a escuchar a estos tios, ya comentare despues. muy buena info, se agradece.
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